Trabajo como profesora en un instituto y, de media, una vez al año perdía la voz. Esto me suponía varios días sin poder hablar. Durante la pandemia me vi obligada a usar un micrófono en clase para poder comunicarme usando una mascarilla y posteriormente me hice dependiente al uso de este instrumento durante todas mis clases.

Tras participar con Gema García en un grupo de trabajo en nuestro instituto he logrado volver a dar clase sin la necesidad de micrófono, utilizándolo únicamente en momentos puntuales donde detecto que mi voz está fatigada. De la forma de enseñar de Gema destacaría su preparación, pasión y paciencia. De las destrezas adquiridas, la toma de conciencia del estado de mi voz en cada momento de mi trabajo y el control de la respiración mientras hablo.

– Elisabeth Santaella- Profesora –

Cuando comencé en el grupo de trabajo de la voz con Gema, sufría de constantes disfonías y dolor de garganta, necesitaba micrófono en clase y, lo peor de todo, no tenia ninguna confianza en mi voz. Poco a poco, con su ayuda y buen hacer, y con constancia en la realización de los ejercicios de higiene y calentamiento vocal que nos fue enseñando, he podido adoptar una rutina bastante sana de cuidado de la voz. He dejado de utilizar micrófono y solo he tenido disfonía en situaciones de resfriado. Además, mi voz tiene más cuerpo y ya no hablo susurrando por miedo a mis nódulos. ¡Incluso me atrevo a cantar! (cuando no me oye nadie, claro). El aprendizaje con Gema ha sido una experiencia sumamente gratificante y reveladora, y siempre le estaré agradecida por ello.

– Laura Gómez – Profesora

Empecé como profesora de Física y Química hace 7 años y, aunque los primeros años de profesión sufrí algún episodio esporádico de afonía y faringitis aguda, esta dolencia se agravó tras la pandemia. La acumulación de diversas circunstancias en mi entorno hizo que en cada curso tuviera episodios más continuados y recuperaciones cada vez más lentas lo que me llevó a plantearme de una forma más seria el cuidado de mi aparato fonador. El haber participado en este grupo de trabajo me ha ayudado, en primer lugar, a ser consciente de mis limitaciones y del especial cuidado que debemos tener con la voz. Pero además, me ha ayudado a detectar cuáles son las señales de alerta que nuestro cuerpo nos envía para frenar y corregir lo que no estoy haciendo bien: posición del cuerpo, carraspeo continuado, falta de hidratación en las cuerdas vocales, etc. Por ello, considero imprescindible y esencial tener una formación anual sobre este tema tan importante que nos ayude a respetar y cuidar esta herramienta de trabajo tan esencial en nuestra profesión de docente.

– Ana Moscoso – Profesora